Y es cuando una noche a mediados del penúltimo mes del año, aquel hombre, lleno de pesar y dolor en su alma, recordaba aquellos hermosos momentos de vidas que no volverán, sosteniendo el control de una consola de videojuegos en sus manos, asesinando a diestra y siniestra rusos, alemanes y uno que otro americano, perdía los últimos minutos de su día de una noche no tan fría como aquellas que lo habían cobijado semanas atrás en esta epoca del año, al parecer el perdía más puntos que los que algún día en sus mejores momentos de gloria como jugador empedernido lograba realizar, la vista ya no le daba para apuntar, sus manos le pesaban y por más que lo anhelaba la diversión y felicidad que este juego antes le provocaba hace años, ya no regresaba. Y es que en la vida existen muy pocos momentos de lucidez en nuestras almas, momentos en los que nos damos cuenta de que algo está marchando mal en nosotros mismos; este pobre hombre tan decaído mientras apuntaba a sus enemigos comenzó a darse cuen
En muchas ocasiones, la vida nos depara cosas inesperadas, y es en los momentos más absurdos donde te das cuenta que ningún momento vale tanto la pena como el presente; pero no todo momento que ha cedido su lugar a ser un recuerdo más en el pasado puede ser tan grandioso como uno quisiera, todos hemos vivido un momento de alegría el cual a pesar de perdurar en el tiempo unos segundos, queda marcado por la eternidad en nuestras memorias, pero así como encontramos felicidad, podemos estar atrapados en un momento de desdicha, de tristeza, de enojo, momentos que inyectan en el corazón sufrimiento que dependiendo el motivo podrán solo rasgarlo o en su defecto atravesarlo, pero los malos momentos no siempre guardan desdicha por completo, al contrario estamos aquí para engrandecer aquellos recuerdos en los que la angustia, la desesperación, la ansiedad, y miles de sentimientos negativos se apoderan de nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestra alma y aquí es donde se preguntaran el porqué de e