Hoy, siendo el día del padre aunque muchos solo sean progenitores, y digo esto porque
cualquiera puede ser procreador de un vástago, pero no todos cumplen con la normativa para poder hacerse llamar papá, dejando a un lado mi rara metáfora sobre quién o no puede llamarse
verdaderamente padre, recordé una frase de unos de mis libros favoritos de
García Márquez –Memoria de mis putas tristes– el cual dice lo siguiente: “El primer
síntoma de la vejez es que uno empieza a parecerse a su padre”, yo
literalmente nunca conocí a mi padre, viví bajo el yugo de una figura
materna que subyugaba mi persona para
que me volviera un instrumento de su felicidad, pero eso es otra historia, a
mis treinta y dos años, me he percatado que he vivido más de lo que quisiera y he
hecho menos de lo que he podido, y ya me siento muy viejo y derrotado, volviendo
a la frase de García Márquez, me hace pensar en cual habrá sido mi primer
síntoma de vejez ¿serán los achaques sobre mi persona? ¿Será ese insomnio que
no me deja descansar cada noche?, hoy me volví a despertar a pocas horas de haber dormido con el mismo
dolor de espalda que lleva semanas molestando, y me pregunte si en verdad me
estaba volviendo viejo tan rápido o mi estilo de vida esta acabando conmigo, nuevamente pensé en el tiempo y como pasa sin
detenerse; no negare que tuve una figura paterna la cual trato de guiarme y
formarme a su semejanza, a mi abuelo le
debo mucho de lo que soy, he sido y seré; y después de tanto tiempo reconozco que hubiera
querido aprender más de lo que mi pereza me permitió y a él le agradezco haber
hecho un papel el cual no le correspondía, he hizo un trabajo de la mejor manera que se podría pedir; el ser padre para mí ha sido una
experiencia muy gratificante, ver crecer a dos pequeños y querer formarlos a mi
propia imagen, de acuerdo a mis propios valores y cualidades, es una aventura
única en la vida, al día de hoy solo espero haber logrado hacer por ellos todo el
trabajo suficiente como para que cuando crezcan, tengan una idea perfecta de como ser un buen padre, he educado a uno, enseñándole que la vida se le vendrá encima porque
su autismo le dificultara las cosas a niveles en los que él se sentirá
tan agobiado que se sentirá derrotado, a que la vida será dura y lo golpeara tan fuerte que tendrá que
esforzarse más allá de sus límites para poder estar a nivel de los demás,
lamentablemente me convertí en mi madre en este sentido, mi autoritarismo para
que sea perfecto ha lastimado mucho nuestra relación, pero lamentablemente ese
es mi trabajo, que él logre superar sus barreras y sea feliz aunque termine
odiándome, con el menor me he ablandado porque sé que si él se lo propusiera en
algún momento, tendría el mundo en sus manos, y lose porque es prácticamente
igual a mí para su mala suerte tanto física como mentalmente, y a pesar de todo el camino que hemos recorrido siento que me ha
faltado mucho para ser la figura paterna que ellos necesitan, ser padre es una
tarea muy difícil que no cualquiera estaría listo para desempeñar, pero también
es una gran experiencia que se debe tomar con responsabilidad muy a pesar de
que pensemos no estar a la altura de gran tarea, solo deseo seguir siendo un
buen ejemplo para ellos, seguir guiándolos por el camino que sea correcto y al
final estén orgullosos de mí, de su papá.
Y es cuando una noche a mediados del penúltimo mes del año, aquel hombre, lleno de pesar y dolor en su alma, recordaba aquellos hermosos momentos de vidas que no volverán, sosteniendo el control de una consola de videojuegos en sus manos, asesinando a diestra y siniestra rusos, alemanes y uno que otro americano, perdía los últimos minutos de su día de una noche no tan fría como aquellas que lo habían cobijado semanas atrás en esta epoca del año, al parecer el perdía más puntos que los que algún día en sus mejores momentos de gloria como jugador empedernido lograba realizar, la vista ya no le daba para apuntar, sus manos le pesaban y por más que lo anhelaba la diversión y felicidad que este juego antes le provocaba hace años, ya no regresaba. Y es que en la vida existen muy pocos momentos de lucidez en nuestras almas, momentos en los que nos damos cuenta de que algo está marchando mal en nosotros mismos; este pobre hombre tan decaído mientras apuntaba a sus enemigos comenzó a darse cuen
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